Las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas (MiPyMES) juegan un papel crucial en la economía de Bogotá y del país en general, representando el 99.1% de todas las empresas y empleando al 65% de la fuerza laboral. Aunque estas empresas son diversas en sus sectores, muchas enfrentan desafíos relacionados con su robustez económica y financiera.
La falta de recursos financieros puede limitar su capacidad para invertir en tecnología e innovación, lo que a su vez afecta su competitividad y crecimiento a largo plazo. Aunque la diversificación sectorial puede ayudar a mitigar algunos riesgos, es fundamental abordar estas limitaciones para impulsar un crecimiento más sostenible y resiliente en la economía del país.
Esto podría lograrse mediante políticas que faciliten el acceso al financiamiento, el apoyo a la capacitación empresarial y la promoción de alianzas estratégicas para fomentar la innovación y la adopción de tecnología en el sector de las MiPyMES. Al hacerlo, se fortalecería el papel de las MiPyMES como motores claves de la economía y se impulsaría un desarrollo económico más equilibrado y sostenible para el país.
La economía colombiana sigue siendo frágil e informal, lo cual presenta desafíos significativos. Como parte del sector ambiental, es pertinente destacar el constante aumento de graduados, en áreas como ingeniería y administración ambiental. Este incremento en la cantidad de profesionales en el ámbito ambiental ofrece una oportunidad única para abordar los problemas ambientales del país.
Sin embargo, la falta de un mercado laboral lo suficientemente robusto representa un obstáculo importante. La absorción de estos nuevos profesionales y su aplicación efectiva en entornos laborales adecuados se ve dificultada por la falta de oportunidades y la escasa demanda en algunas áreas específicas del sector ambiental.
Es necesario implementar políticas que promuevan la creación de empleo en el sector ambiental y fomenten la demanda de profesionales capacitados en estas áreas. Esto podría incluir incentivos para las empresas que adopten prácticas sostenibles, programas de capacitación especializados y alianzas público-privadas para impulsar la innovación ambiental.
Al fortalecer el mercado laboral en el sector ambiental, se puede aprovechar el potencial de estos nuevos profesionales para contribuir de manera efectiva a la protección del medio ambiente y al desarrollo sostenible del país.
La pregunta fundamental es si Colombia, y Bogotá en particular, tiene la capacidad de fortalecer su economía para enfrentar estos retos. Aunque Colombia contribuye mínimamente a la contaminación mundial con un poco menos del 0,5 % del total de la contaminación, su compromiso en foros internacionales está al mismo nivel que el de países mucho más contaminantes como lo son China, Estados Unidos, India y Rusia, que generan el 62% de la contaminación total en el mundo. Esto plantea la discusión sobre si limitar el desarrollo económico del país tendría un impacto significativo en la mitigación del cambio climático o la protección de ecosistemas vitales como la selva del Amazonas o la Gran Barrera de Arrecifes en Australia.
Además, Colombia enfrenta desafíos como una fuerza laboral en crecimiento y una alta informalidad laboral. Por lo tanto, es necesario buscar un equilibrio entre la protección ambiental y el crecimiento económico, adaptado a la realidad del país. Esto implica desarrollar políticas propias que se ajusten a nuestras condiciones y capacidades, en lugar de seguir simplemente las directrices internacionales.
Esta no es una invitación a descuidar la protección de los recursos naturales ni a fomentar la contaminación, sino más bien a encontrar soluciones equilibradas que permitan un desarrollo sostenible sin limitar sectores importantes como el de los hidrocarburos. Este sector, que aportó un 1,3% al PIB en impuestos durante el año 2022, juega un papel crucial en la economía nacional.
Es importante tener en cuenta que, si comparamos la producción de petróleo en el mundo, Colombia tiene una producción diaria de aproximadamente 777.200 barriles, en comparación con los 10,6 millones de barriles diarios de Arabia Saudí. Sin embargo, esta comparación no es completamente objetiva, ya que se trata de economías muy distintas con contextos y capacidades diferentes.
Aunque la producción de petróleo en Colombia no tenga un peso significativo a nivel global en comparación con países como Arabia Saudí, sigue siendo una fuente importante de ingresos y empleo en el país. Por lo tanto, es fundamental aprovechar los recursos generados por este sector, especialmente considerando que a medio plazo la tendencia mundial apunta hacia su reemplazo por fuentes de energía más limpias. Aprovechar estos recursos mientras estén disponibles puede ser la forma de financiar la transición hacia un nuevo modelo económico en Colombia y preparar a la economía para los desafíos del futuro, que están inevitablemente marcados por el cambio.
Es esencial considerar nuestra realidad y capacidades para tomar decisiones a largo plazo que beneficien a toda la sociedad colombiana, llevando a cabo una transición controlada hacia un crecimiento económico más sostenible.
Sin comentarios